El actor llega con Jauja, aplaudida película del argentino Lisandro Alonso que se estrena en septiembre. En ella se reencuentra con la Patagonia de su infancia el artista futbolero que, antes de ser Aragorn en El señor de los anillos, fue desde poeta hasta chofer de camiones.
"Queremos la copa", decía el afiche pintado a mano que Viggo Peter Mortensen Jr. (Nueva York, 1958) enarboló frente a las cámaras en el último Festival de Cannes cada vez que pudo. No importó que llevara el protocolar smoking en la alfombra roja o que estuviera arriba del escenario para la premiere mundial de Jauja, la película del argentino Lisandro Alonso y en la que el actor no solo es protagonista, sino productor y músico.
Fútbol y cine, las combinaciones perfectas para Mortensen. Y en Jauja las dos cosas se mezclaron de manera ideal. Al frente del proyecto estaba Alonso (responsable de filmes como La libertad y Los muertos) y Fabián Casas, amigo entrañable y con el cual están encargados del blog
www.sobrevueloscuervos.com. "La base es San Lorenzo, pero hablamos de muchas otras cosas: de filosofía, de cine, de arte, de visitas al dentista… ¡Y de San Lorenzo!", cuenta en perfecto castellano Mortensen, el mismo que apareció tímidamente en la pantalla grande en 1985, cuando interpretó a un granjero Amish en la cinta Testigo en peligro.
Retorno a Patagonia
Para la mayoría, Viggo Mortensen con su presencia misteriosa, metro 80 de altura y su imagen seductora –una cuestión que a él no le agrada mucho–, apareció con el nuevo milenio, encarnando al valiente Aragorn en El señor de los anillos. Pero antes de la popular saga que lo terminó por encumbrar al estrellato, el actor llevaba años en roles más bien secundarios o apostando por un cine de autor, como The indian runner (el filme que significó el debut de Sean Penn como director en 1991). Mortensen estaba lejos del circuito habitual de las grandes estrellas de Hollywood. Es más: no parecía tener muchas ganas –entonces y ahora– de ser parte de ese mundo. Con una mirada que ha transitado más allá de su mundo actoral, sus inquietudes artísticas se han movido en un amplio abanico que incluye fotografía, artes plásticas, escritura y música.
Es que la vida misma del actor ha sido y es una mixtura. Hijo de padre danés y madre estadounidense, el muchacho nació en Nueva York, pero se mudó desde pequeño entre Estados Unidos, Venezuela, Argentina y Dinamarca. Argentina es el país con el que probablemente mantiene uno de sus vínculos más potentes. Y no solo por su amado club de fútbol. "Siempre que vuelvo a la Argentina me siento en casa", comenta.
Mortensen tenía once años cuando sus padres se divorciaron y regresó –junto a sus dos hermanos, hoy ambos geólogos– desde Argentina a Nueva York. En Watertown High School se convertiría en un buen estudiante y muchacho deportista. Luego asistió a la Universidad St. Lawrence y, tras graduarse, partió a Dinamarca. Allá fue desde escritor de poesía hasta vendedor de flores. También chofer de camiones. Regresó tiempo después a Nueva York siguiendo un amor que no prosperaría. En la Gran Manzana mezcló empleos en bares y restaurantes con sus clases actorales. Después de tres años de aprendizaje se uniría al elenco de Testigo en peligro, cinta comandada por Harrison Ford. Poco tiempo después se mudó a Los Ángeles. Desde la capital del cine, su carrera no haría más que ir en ascenso.
Tras años de éxito internacional, Mortensen retorna ahora a sus orígenes latinos. Y lo hace con Jauja, a cargo del exitoso realizador trasandino Lisandro Alonso. La historia está centrada en un padre y su hija quinceañera, ambos de origen danés, que desembarcan en la Patagonia argentina durante en siglo XIX. Entonces, la chica se enamora de un miembro de la travesía y se fuga con él. Ahí es cuando el angustiado papá sale en su búsqueda.
¿Qué significó volver a la Argentina y rodar nuevamente en español?
Es la quinta película que hago en español, pero en este caso fue bastante especial, porque estoy hablando castellano como lo habla mi padre, con ese acento fuerte que tiene cierta gracia para mí. Hacía una escena, me reía y Lisandro no entendía qué tenía de gracioso. Además, estaba en un paisaje que conozco desde mi infancia. ¡Allí aprendí a montar a caballo!
¿Qué conexión sentías con
ese paisaje?
Jauja fue especial, porque se trataba del campo. Hay sitios en la Patagonia donde pasé las vacaciones de Navidad. Siempre íbamos de camping una semana, a veces dos, y nos internábamos a pescar con el auto lleno de cosas. Me recordó muchas escenas hermosas. Andaba a caballo contentísimo, la sonrisa no me la borraba nadie. ¡Pero me la tenía que sacar cuando rodaba!
Actor, productor y músico
"Era un equipo de como diez personas caminando por las rocas. Todos nos cansamos, pero nos divertimos mucho. Por la noche, como estábamos a 150 kilómetros de Internet y teléfonos, hacíamos un fueguito, un asado, conversando… Fue una experiencia de familia", relata Mortensen, dueño de una mirada tímida y hablar pausado pero incesante.
Está claro que el vínculo con esta producción no fue solo actoral. Lisandro Alonso habla de este compromiso: "Viggo es increíble. Tiene el triple rol de actor, productor y músico y, además, estaba 24 horas al día pensando en cómo mejorar la película. Corrigió rigurosamente cada subtítulo del francés, inglés y danés. Además estaba todo el tiempo, desde las siete hasta las dos de la mañana, diciendo 'Uy, se me ocurrió esto y también esto otro', hasta el punto de saturarme un poco, pero en el buen sentido. ¡Yo ya no quería pensar más en la película y él seguía!"
Todo lo que pasó con Jauja en Cannes fue una sorpresa para Mortensen. ¿La razón? No esperaba que la cinta de un director prestigiado, pero no popular, terminara por recibir el premio de la crítica internacional en la sección oficial llamada Una cierta mirada. "Pensábamos que alguna gente iba a salir del cine y decir: '¿¡Qué es eso!? ¡Es una cosa rarísima!' Otros dirían: '¡Tarkovsky no ha muerto, esto es genial!'. Es un alivio que la película llegue a la gente, que se sientan inspirados", dice Mortensen. Y casi de inmediato, agrega: "Cuando subimos al escenario para la presentación, pensé en un momento como productor y me dije: voy a tratar de explicar, de orientar. Pero luego recapacité: no, nos vamos a seguir haciendo los boludos y divirtiéndonos. Si hay que explicarla, no vale. Te tiene que llegar o no".
El mundo como hogar
El filme efectivamente cautivó al público de Cannes, que rápidamente lo transformó en uno de sus favoritos. A Mortensen, la experiencia de este año le recordó lo que le sucedió el 2005 con la cinta Una historia violenta del director David Cronenberg. Entonces también esperaba, erróneamente, opiniones divididas. "En ambos casos es cine de autor con un punto de vista bastante singular, diferente. Los dos se arriesgan en lo visual y la puesta en escena. También en lo literario. Lo inusual con Cronenberg es que cuando ves sus películas por segunda vez, cosas que parecían sencillas de repente toman más matices, mejoran. Una historia violenta tiene una superficie que parece muy sencilla, pero por debajo es complicadísima. Cada vez que la veo me gusta más. Es una especie de western existencial, al igual que Jauja", reflexiona.
Existencial e incluso surrealista, como califica la aventura patagónica, Mortensen recuerda que, previo a la filmación, "lo único que le decía a Lisandro era una cosa: no importa dónde ocurra, puede ser en cualquier lado. Tampoco es esencial que se entienda perfectamente. Pero si uno quiere crear una obra artística con un valor, una comprensión universal, hay que ir a lo específico, a lo local, al detalle".
Él mismo, en cambio, no busca aferrarse a una sola raíz ni a lo local. Quizás por eso mismo es que puede hablar seis idiomas. "Mientras más viajo y más vivo, más sitios hay en los que me siento en casa", dice convencido. "Y eso me parece muy sano para cualquier persona, para evitar los malentendidos, las guerras, el sufrimiento, el hambre… Los líos del mundo en parte se pueden solucionar arrimándose a lo que parece muy distinto, incluso hostil. Simplemente es cuestión de no estar acá con una idea de lo que es algo o alguien, sino que ir a ver lo que es, cómo son, qué les falta. O qué me falta a mí y que ellos ya saben".